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lunes, 30 de junio de 2014

Los picos cada vez más afilados

Ya que estamos en clima mundialista, la jugada a lo Messi del ministro de Economía fue neutralizada por la nueva intervención colonial de Griesa, jugador y árbitro de este partido. Cuando pensábamos que Griesa y sus buitres iban a hacer la gran Suárez, con un mordiscón a los fondos de los bonistas, tiraron la pelota fuera del estadio y el partido está en suspenso. No colocaron sus garras sobre los dólares, sino que ordenaron devolverlo. Un desprecio inusitado por parte del Juez Imperial. Una enloquecida reacción que enceguece toda racionalidad. Ahora dice que pagar es ilegal. Y después se molesta porque La Presidenta habla de extorsión. Como el tiro libre de Kicillof era imparable, apela a todas las trampas para poner a nuestro país al borde del default. Y abusa de todo su descomunal poder para proteger a los buitres como si fueran tiernos canarios. Si quedaba alguna duda de su alineación con los especuladores, este nuevo episodio las despeja a todas. Si podía pensarse en un atisbo de legalidad en el accionar de este magistrado, ya no hay ley que lo justifique.
No sería exagerado decir que, partir de este momento, todo lo que Griesa haga o diga será tomado como algo personal. Y si el Estado norteamericano no frena este desquicio, será responsable de un atropello a la soberanía de nuestro país. Y no sólo de eso, sino de desalentar toda negociación de deudas, además de horadar el prestigio de Nueva York como capital del sistema financiero mundial.
Nadie sabe qué va a pasar el lunes con los fondos depositados por el Gobierno, si serán devueltos o se entregarán a los bonistas. Como sea, el default no será nuestra culpa. Y es lo que advirtió Kicillof durante el anuncio oficial de esta maniobra: si la decisión soberana de honrar los compromisos de deuda se encuentra vulnerada es por la alineación de la justicia norteamericana con intereses minoritarios. Y en esto, las Autoridades del Imperio tienen mucha responsabilidad. Un juez distrital en retirada recibió la repulsa internacional por abusar de su aristocrático poder y las instancias judiciales superiores se lavaron las manos. Los trapos sucios que podemos encontrar en todos lados: las corporaciones económicas que se quieren apropiar del mundo con la complicidad de la corporación judicial. Y también, con la anuencia de los Jefes de Estado que, en lugar de proteger los intereses de sus pueblos, coquetean con los poderosos. El desafío de este siglo es contener –o desterrar- esta avidez responsable de una de las mayores catástrofes de la Humanidad: la extrema pobreza.
Aunque el apoyo a la posición argentina superó todas las expectativas, nada parece alterar la patricia decisión de Griesa. Organismos financieros, bloques multilaterales, presidentes, universidades, analistas económicos expresaron su solidaridad y condenaron el despiadado intento de los angurrientos. Envalentonado por semejante hinchada, el Gobierno Nacional colocó una tentadora carnada en el más eficaz de sus anzuelos para desenmascarar a los malintencionados carroñeros. El rostro feroz de los enemigos quedó al descubierto, mostrando todo su horror. Lo que parecía imposible, sucedió. Si la semana pasada muchos pensaban que La Presidenta y su equipo estaban en jaque, ahora no saben cómo disimular esta victoria parcial. Porque éste es un primer paso: lo que viene será mucho más interesante.
Nuestras luchas internas
Tanto allá como acá la clave está en la batalla cultural que se está dando a nivel global. La crisis económica, social y política que sacude a muchos países tiene su origen en la despiadada primacía del casino financiero, cuyos jugadores mueven sus fichas al impulso de su avaricia para multiplicarlas sin límite. Lo único que producen con sus inversiones es pobreza, inequidad y desamparo. Si el Poder Económico está conquistando el planeta es porque los otros poderes lo permiten, por torpeza, por temor o por complicidad. Juntos nos están conduciendo hacia la aniquilación.
Por supuesto, siempre hay espacio para la esperanza, aunque el panorama parezca desolador. La experiencia que hemos vivido en estos años de recuperación confirma que sólo el fortalecimiento de la Política puede poner en orden este caótico escenario. Pero no la política entendida como la estrategia de algunos individuos para enquistarse en un puesto y obtener algunas ventajas, protegiendo los privilegios de una minoría. Lo que hace falta es la proliferación de representantes que asuman el conflicto con los exponentes del establishment para defender los derechos de la mayoría. En pocas palabras, la Política gobernando al Poder Económico. Y el Poder Judicial, cuya cacareada independencia no es otra cosa que un escudo al servicio de la minoría, debe comprometerse a velar el cumplimiento de las leyes en beneficio de los menos favorecidos.
En esa lucha estamos. Cuando el secretario de Comercio, Augusto Costa, denuncia que los laboratorios incumplieron con el acuerdo de precios y amenaza con multas si no retrotraen los precios a principios de mayo, está dando cuenta de eso. O cuando los organismos de control laboral llevan a la justicia el caso de explotación laboral y servidumbre que involucra al presidente de la Sociedad Rural. O cuando la AFIP investiga los bienes de los ricachones en busca de posibles evasores o se instituye un impuesto a los bienes suntuarios. Estos y muchos más son episodios de la misma batalla, que debe llevarse a las últimas consecuencias. Esta vez no nos deben ganar, porque ellos nos quieren ver derrotados para poder gozar de sus descomunales fortunas. Ahora que están expuestos con su repugnante rostro, ya no hay máscara que nos engañe. No debemos dejar escapar esta oportunidad para volverlos más humanos y así poder vivir mucho mejor.

Por: Gustavo Rosa Apuntes discontinuos 

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