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martes, 30 de abril de 2013

Paraguay, sin solución a los problemas sociales

Las elecciones presidenciales efectuadas en Paraguay el pasado 21 de abril, en los que solo tuvieron facilidades para participar las fuerzas de derecha, enraizadas en ese país desde hace casi un siglo, lejos de resolver los graves problemas sociales y económicos que sufre la población, los incrementarán.

Como era de esperar, salió ganador Horacio Cartes, candidato por la Asociación Nacional Republicana (ANR) del tradicional Partido Colorado que llevó más de 60 años en el poder dirigido por Alfredo Stroessner.

Cartes es el tercer hombre más rico de Paraguay, dueño de 26 empresas donde están prohibidas las organizaciones sindicales mientras medios de comunicación lo acusan de irregularidades relacionadas con lavado de dinero. Para llevar adelante su campaña, escogió como asesor a Francisco Cuadra, ex portavoz y ministro del dictador chileno Augusto Pinochet.

En discursos de pre campaña, el nuevo presidente paraguayo defendió el "orden y progreso" que llevó a esa nación la dictadura de Stroessner (1954-1989).
Se le considera como el arquitecto del golpe de Estado parlamentario que derrocó en junio del pasado año al presidente Fernando Lugo que había sido elegido democráticamente el 20 de abril de 2008.

Las elecciones fueron convocadas por las mismas fuerzas que provocaron el golpe contra el presidente  constitucional Fernando Lugo. Se denunció una constante corrupción durante toda la campaña electoral por los dos principales partidos, el Colorado y el Liberal cuyos dirigentes confiesan haber invertido millones de dólares  sobre todo en la compra de votos. 
Paraguay clasifica como una de las naciones con más desigualdad en América Latina y según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) 10 % de las familias más ricas acaparan 60 % del Producto Interno Bruto (PIB).

Datos de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censo, informó que más de la mitad de la población está sumida en la pobreza (fuentes nacionales independientes aseguran que es el 80 %) y el 25 % en extrema indigencia.

La distribución de la tierra tiene visos inauditos pues el Censo Agrícola efectuado en 2008, antes de que Lugo llegara a la presidencia, mostraba que 3 % de la población concentra 88 % de todas las tierras del país.

Por tanto la población no tiene los medios necesarios para lograr un nivel de consumo mínimo que le permita resolver sus necesidades básicas.

Con una población de alrededor de 6 500 000 habitantes, la nación sudamericana tiene una tasa de desempleo de 18 % y cerca de 25 % solo encuentran trabajos ocasionales por pocas horas al día.

Uno de los mayores reclamos de las organizaciones campesinas es  que se realice una mejor distribución de las tierras pues 350 000 familias carecen de estas, mientras 351 latifundistas poseen 9,7 millones de hectáreas.

Muchos campesinos han sido reprimidos y encarcelados por solo realizar esos reclamos como sucedió el 15 de junio de 2012 cuando murieron 11 campesinos y seis policías, hecho que desencadenó la injustificada destitución del presidente constitucional.

En los cuatro años de gobierno de Lugo, la economía creció como en 2010 y 2011 que llegaron a 14,5 %, con expansión en los sectores comercial, industrial y de la construcción.
Durante su período de mandato los programas sociales de atención a las familias en situación de extrema pobreza aumentaron de 14 000 a 120 000 núcleos.

Resultó especial en ese período que todos los ciudadanos, sin exclusión social, se beneficiaran de la atención gratuita de la salud que incluían consultas ambulatorias, medicamentos y hasta intervenciones de alta complejidad en hospitales públicos.

Se inició la educación pública con la distribución de computadoras portátiles a los estudiantes de primaria, se incluyó la merienda y la entrega de un equipo completo escolar por primera vez en la historia paraguaya.

En la continuación de las mejoras sociales, miles de ciudadanos recibieron ayudas económicas y alimentarias mediante el plan Tekopora.

Esos logros no eran bien visto por la potente oligarquía que durante decenios se enraizó en el país y que controla no solo abundantes extensiones de tierra, sino también los principales industrias y comercios, respaldados por un engrasado y amplio mecanismo político.

Tras la destitución de Lugo y la inmediata asunción al poder del entonces vicepresidente Federico Franco, pasaron a planos inferiores las agendas públicas para abrir paso a las demandas de la minoría criolla que controla el poder político y económico.

Se impulsaron las privatizaciones, la expansión de los feudos agropecuarios y la utilización de semillas genéticamente modificadas como modelo de desarrollo rural lo cual fue apoyado por las grandes transnacionales agropecuarias para la exportación de sus dos principales productos: soya y carne.

Ahora con la llegada de Horacio Cartes al poder, Paraguay podrá abrirse un poco más al mundo que le había cerrado las puertas tras el golpe de Estado parlamentario, pero seguirá lejos de los vientos de soberanía e independencia económica que recorren a la América Latina.

Para muchos analistas, los paraguayos tendrán más de lo mismo: neoliberalismo, privatizaciones y reducción de programas sociales al estilo de lo que hoy ocurre en los países de la Unión Europea.

Por: Hedelberto López Blanch
Se publica con autorizacion del Autor y mediante una licencia de Creative Commons Respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

viernes, 19 de abril de 2013

Transnacionales de medicamentos

El dinero primero, la salud después

La multimillonaria transnacional suiza Novartis sufrió una derrota cuando el Tribunal Supremo de la India rechazó una demanda de esa compañía y el pasado primero de abril dictó sentencia favorable a los fabricantes indios de medicamentos genéricos.




El fallo también salvará a millones de personas que se benefician con productos genéricos mucho más baratos y con la misma efectividad en la salud de las personas que los ofrecidos por la transnacional.

La decisión representa una victoria para la industria de medicamentos genéricos de India y otros países del mundo, que ofrecen medicinas baratas a millones de personas.

Novartis se enfrascó desde 2006 en una larga batalla judicial para tratar de revertir la negativa de India de aprobar la patente de una versión actualizada de su medicamento contra el cáncer, Glivec.

Basándose en la Ley Nacional de Patentes, el Tribunal Supremo determinó que Glivec no es un producto nuevo, sino la versión mejorada de uno ya existente y, por tanto, no representa una nueva invención con lo cual no resiste la prueba de patentabilidad.

Además, se enfatizó que la aprobación de esa patente podría amenazar el acceso en naciones pobres a alternativas menos costosas del fármaco.

Este medicamento, una crema cristalina beta del mesilato de imatinib, se utiliza para tratar la leucemia mieloide crónica y otros tipos de cáncer pues el cuerpo absorbe hasta 30 % más que otros compuestos. Cuesta unos 2 600 dólares al mes, mientras que su equivalente genérico está actualmente disponible en India por solo 175 dólares.

Como era de esperar, y a pesar de los tres fallos adversos en su contra (2006, 2009 y 2013), la transnacional volverá a apelar el fallo para lo cual cuenta con 90 días.

La organización Médicos Sin Fronteras (MSF), que labora con gran cantidad de genéricos indios, había anticipado en una declaración que si Novartis "tenía éxito, las patentes se concederán más ampliamente en la India, algo que bloqueará la competitividad entre productores que hace que bajen los precios".

Médicos Sin Frontera denunció en el documento que la concesión de la patente a Novartis restringiría "el acceso a medicinas asequibles a millones (de personas) en la India y el mundo en vías de desarrollo".

Si la transnacional ganaba el pleito, se hubieran expandido las concesiones a más patentes dentro del inmenso y populoso país lo que habría debilitado ala India como el principal abastecedor de medicamentos baratos a muchos países en desarrollo.

Según leyes que rigen en organismos internacionales, impuestas por presiones de los países ricos y de las grandes compañías, los derechos intelectuales son propiedad de los laboratorios farmacéuticos sobre las fórmulas de los medicamentos que crean.

Durante cierto tiempo, el autor tiene esa medicina en exclusiva y la vende al precio que estima conveniente. Después de 20 años esos derechos caducan, y cualquier laboratorio del mundo puede copiar la fórmula y fabricar los mismos medicamentos, que venden mucho más baratos. Pero las empresas realizan todo tipo de presión para que eso no suceda.

Una de las personas más competentes y conocedoras del tema, como el estadounidense Premio Nóbel de Economía, Joseph Stiglitz, significó que el sistema de patentes "pone en riesgo el acceso de la gente a los medicamentos, a la par que las compañías farmacéuticas gastan más dinero en marketing y publicidad, y desestiman la investigación. El sistema de propiedad intelectual genera hoy presiones monopólicas, altos precios y poca innovación".

Stiglitz añadió que hoy se investiga lo que el mercado determina, no la necesidad de las personas, y sobre todo, la cantidad de clientes que padecen las enfermedades tienen que ser ricos.

Las transnacionales, basándose en acuerdos internacionales como los de la Organización Mundial de Comercio (OMC), impiden que gobiernos y países produzcan medicinas genéricas que compitan en el mercado con sus productos ya establecidos a pesar de las consecuencias nefastas que estas medidas conllevan para centenares de millones de personas en el mundo que no pueden adquirirlas por sus altos precios.

En 2000, un proyecto de producción de un antimicótico fue abandonado por la farmacéutica Aventis tras evaluar que el potencial comercial sería de solamente 400 millones de dólares y se necesitaban 500 para obtener las ganancias requeridas.

Cálculos conservadores indican que alrededor de 100 empresas de ese sector en el mundo controlan un mercado de 600 millones de dólares.

La situación llega al extremo. Desde 2008, Brasil e India han denunciado antela Organización Mundial del Comercio (OMC) quela Unión Europea incauta frecuentemente cargamentos de medicamentos genéricos bajo el argumento de posibles infracciones de los derechos de patente.

Ese año, Holanda paralizó un envío de Lasortan Potassium (una medicina para la tensión arterial) que India mandaba a Brasil y que serviría para atender a 300 000 personas durante un mes.

Los países dañados denunciaron que las retenciones violan las reglas de la OMC sobre el libre tránsito de mercancías, sobre todo cuando las patentes de esos medicamentos habían caducado.

Los tentáculos de las transnacionales farmacéuticas tienen largos brazos. En Honduras se denunció que varias de esas compañías apoyaron y ayudaron a fraguar el golpe de estado contra el presidente Manuel Zelaya, tras ingresar ese país en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

En Honduras, más de 80% de los medicamentos son provistos por empresas multinacionales, siendo la materia prima para su producción 100 % importada, principalmente desde Estados Unidos y Europa.

Después del ingreso al ALBA, el gobierno de Zelaya trató a principios de 2009 de importar medicamentos genéricos desde Cuba como forma de contrarrestar los altos precios de las medicinas.

Pero las transnacionales, por medio del Colegio Químico Farmacéutico, lo rechazaron pues los poderosos lobby farmacéutico norteamericano y europeo no permitirían la competencia de la industria cubana o de otras naciones, en ese mercado.

Marcia Angell, miembro del Departamento de Medicina Social en la Escuela Médicade Harvard, en su libro La verdad acerca de las compañías farmacéuticas: cómo nos engañan y qué hacer al respecto, señala que la industria farmacéutica de Estados Unidos no invierte en investigación y desarrollo, las sumas millonarias con las que justifica el alto costo de los medicamentos.

De hecho, explica, es una industria altamente rentable gracias a prácticas comunes pero no por ello encomiables: reciclaje de medicinas para suplir la falta de innovación, compra de voluntades por medio de costosos cabildeos o de nada sutiles capacitaciones para el gremio médico; distorsión de las leyes para aprovechar al máximo las patentes, y sobre todo, la venta mercadológica de un mensaje falso, pues no es cierto que los precios elevados sean necesarios para mantener a la industria a flote.

La también exeditora en jefe de The New England Journal of Medicine, una de las más importantes revistas médicas del mundo, asegura que la industria farmacéutica se ha convertido principalmente en una máquina de mercadeo para vender fármacos de beneficio dudoso, emplea su riqueza y poder para cooptar a toda institución que pueda atravesarse en su camino, incluyendo al Congreso de Estados Unidos, ala Administración de Alimentos y Drogas (FDA), a los centros médicos académicos y a la propia profesión médica.

La reciente decisión del Tribunal Supremo de la India, al igual que cuando hace unos años Sudáfrica obligó a 39 transnacionales a firmar un acuerdo con el gobierno por el que reconocen el derecho de ese país a fabricar e importar genéricos antisida, será un excelente paso para ofrecer medicinas asequibles para los pobres.




Por: Hedelberto López Blanch
Se publica con autorizacion del Autor y mediante una licencia de Creative Commons Respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.